Entrevista a Alex Guerra, director general del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático, ICC
Las consecuencias de la huella de carbono que el ser humano ha dejado a lo largo de las décadas en el planeta son cada vez más evidentes e impactantes: cambios constantes en el clima, aumento de temperaturas, sequías prolongadas, huracanes, lluvias, entre otras situaciones.
Un de las causas del calentamiento global es la extrema contaminación a la atmósfera, la cual se produce principalmente a consecuencia de la pérdida de los bosques y la quema de combustibles fósiles, ya que los bosques al ser quemados generan carbono que se va directo a la atmósfera; igual el caso de los combustibles fósiles que se encuentran bajo tierra, pero al sacarlos y quemarlos para producir energía, generan carbono en estado gaseoso que también va directo a la atmósfera, y estos estos gases intensifican el llamado “efecto invernadero”, atrapando más calor y causando el cambio climático acelerado.
Todo inicia con la revolución industrial donde acelera la producción y el uso de energía, pero a medida que aumenta el tamaño de la población y por ende el consumo de cada persona, la demanda de energía ha sido exponencial, y la emisión de gases de efecto invernadero también.
“El daño es tal que, aunque dejáramos de contaminar a partir de hoy, el efecto en el clima podría durar décadas” menciona Alex Guerra, director general del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático, ICC.
La agricultura: la más afectada
Visualizando esta situación en el contexto de Guatemala, el sector que se ve más afectado por los constantes cambios de clima es la agricultura. Recordemos que la mayoría de la producción agrícola depende de la lluvia, y los constantes cambios (sequías, inundaciones, lluvias fuera de época) les hace mucho más difícil a los productores controlar las condiciones, por lo que terminan perdiendo sus cosechas.
Además, se tienen otros impactos como pérdidas de vivienda, infraestructura y, lamentablemente, vidas humanas. Pero esto no solo es consecuencia del cambio climático sino también de la falta de previsión, planificación y malas construcciones, que hacen aún más grande el impacto y las condiciones de vulnerabilidad.
Compromisos internacionales de Guatemala
En 1992 se celebró la Cumbre de la tierra, de la cual surgió la convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Año con año se celebran reuniones para poder dar seguimiento a los compromisos y agendar acuerdos para combatir el cambio climático.
Las decisiones en esos foros se toman por consenso, lo que hace que el proceso sea muy lento y los resultados muy escasos, y este año se está realizando la COP (Conferencias de las Partes, por sus siglas en inglés) número 27. Hay que reconocer que las discusiones también son políticas, pues involucran fondos para los países con mayor vulnerabilidad, y a veces se llega a cuestionar las evidencias basadas en ciencia.
Una de las reuniones con más frutos fue la del 2015, donde se llega a un acuerdo mundial, llamado el “Acuerdo de París” por la ciudad donde se realizó la cumbre. En este acuerdo, cada país se comprometió a contribuir en la reducción de emisiones, poniéndose metas conforme a sus realidades. Guatemala se comprometió a bajar las emisiones en un 11% sin apoyo y a duplicar la cantidad de reducción si recibe ayuda económica. Desde hace un par de cumbres se está solicitando a los países revisar sus contribuciones, porque con lo comprometido no se resuelve el problema.
¿Cómo se ve afectado el sector exportador?
Hay dos vías de afectación: por un lado, a raíz de los efectos climáticos pueden perderse cosechas o afectar la calidad de los productos que exigen los mercados de exportación y provocar que no se puedan vender en el exterior; o bien afecta en otros sectores que haya inundaciones y afecte las carreteras o la infraestructura de los puertos.
La otra vía es el impacto indirecto de las metas ambiciosas que otros países se ha puesto y que comprometen a sus empresas a cumplir. Pero estas empresas a su vez exigen a sus cadenas de suministro que contribuyan; impactando así a los exportadores guatemaltecos que forman parte de estas cadenas de producción global y que deben tener acciones o planes para demostrar que están cumpliendo con las exigencias.
Cómo podemos prepararnos los exportadores
El punto de partida es saber cuál es mi “huella de carbono” (cuantos kilogramos de gases efecto invernadero estoy emitiendo por kilogramo de producto), cuáles son nuestras fuentes de emisión, pero también ver que acciones positivas estoy haciendo en la materia para “netear”, y también luego compararme con otros productores para ver qué tan alto o bajo estoy. Ya con este análisis, proceder a hacer las estrategias y planes.
La evaluación de los procesos en muchas ocasiones nos abre áreas de oportunidad donde incluso nos llevan a la reducción de costos. En otras ocasiones habrá que sustituir tecnologías, que implicarán inversiones, pero que nos pueden abrir oportunidades de mercado.
Por otro lado, también es importante hacer un análisis de riesgos, es decir cómo el cambio climático nos puede impactar donde estamos, a que estoy expuesto, y tener los planes de adaptación para mitigarlos.