miércoles, julio 30, 2025

Construyendo resiliencia: Agricultura y medio ambiente en Guatemala

En la intersección de la producción agroindustrial y la preservación ambiental se halla un punto crítico que exige atención inmediata. Nos encontramos ante una encrucijada donde la comprensión y abordaje del medio ambiente son imperativos éticos y esenciales para la garantía de la seguridad alimentaria nacional y fortalecimiento de los diversos clústers productivos que conforman nuestras cadenas de producción.

Dos desafíos principales se perfilan como potenciales rupturas sistémicas en la producción frente al cambio climático. En primer lugar, la diversidad relacional emerge como un concepto crucial, refiriéndose a las complejas interacciones tanto personales como institucionales dentro de la cadena de producción. En una nación tan diversa como Guatemala, con su rica realidad multicultural y plurilingüe, la gestión de estas relaciones adquiere una importancia aún mayor. Es aquí donde la creación de espacios comunitarios de diálogo se torna fundamental, siguiendo la teoría planteada por Michael Porter sobre la formación de clústers productivos.

El segundo desafío, la mega diversidad biológica, destaca la riqueza natural del territorio guatemalteco, caracterizado por una extraordinaria variedad de microclimas. Estos microclimas condicionan la producción agrícola y demandan un entendimiento profundo, respeto y cuidado para mantener su productividad. La administración de esta complejidad geográfica solo puede lograrse a través del trabajo comunitario dentro de los clústers productivos, que pueden abarcar y responder a las diversas relaciones presentes en su interior.

Para abordar estas problemáticas, es necesario reconsiderar la noción de “cadena” productiva y adoptar una perspectiva más holística, basada en estructuras generadas por múltiples cadenas interconectadas. Conceptos como la cadena de valor y cadena de suministro cobran relevancia al describir la solución propuesta. La clave radica en revitalizar la antigua división del trabajo en el contexto globalizado actual, fomentando la colaboración y fluidez entre los diversos actores sociales.

La solución no yace en la supervivencia del más fuerte a nivel individual, sino en la adaptación y evolución de visiones sociales a un modelo de supervivencia colectiva. Esto implica la adopción de enfoques comunitarios, cooperativos y solidarios para enfrentar los desafíos ambientales.

Sin embargo, es comprensible que esta respuesta pueda parecer insuficiente para aquellos que buscan soluciones inmediatas. La realidad es que nadie está aquí para resolver los problemas individuales de cada empresa, pero sí podemos trabajar juntos para crear estructuras institucionales que faciliten la comunicación y colaboración entre los distintos actores del sector. Es a través de una gobernanza efectiva y redes de comunicación bien gestionadas que podemos superar los desafíos ambientales y promover un desarrollo sostenible.

En este sentido, instituciones como AGEXPORT sirven como ejemplos claros de cómo la formación de redes y colaboración pueden impulsar el progreso en el sector agrícola guatemalteco. Al seguir los principios de Porter, estas instituciones están allanando el camino a un futuro más prometedor en términos ambientales, productivos y culturales.

En última instancia, el camino a la resiliencia frente a las amenazas ambientales requiere un compromiso colectivo y una acción coordinada. Solo mediante la colaboración y trabajo en red podemos enfrentar los desafíos del cambio climático y garantizar un futuro próspero para las generaciones venideras.

Redacción: Ennio Mori, Socio de ASOMAC.

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