Por Hassan Monteleone elchichagt@gmail.com asociado de la Comisión de Economía Naranja de AGEXPORT economia.naranja@agexport.org.gt
Era un sábado, el despertador sonó a las 5 de la mañana, pero ya toda la familia estaba levantada y lista para iniciar un viaje de la capital hacia el hermoso Lago de Atitlán. Dentro de los planes de ruta estaba pasar a la Antigua Guatemala para pasar ahí la mañana y al medio día continuar el trayecto hacia nuestro destino.
Caminando por las calles de Antigua Guatemala pude notar como la ciudad empieza a despertar y junto con sus habitantes los diferentes negocios comienzan a quitar llave de los candados, levantar persianas y el ruido poco a poco sube de nivel, el frío de la mañana desaparece y las ganas de comer y tomar una taza de café toca a la puerta de mi mente.
Es en ese momento dónde en familia las sugerencias surgen, pero en mi caso, como todo comunicador, lo que me rodea toma una iniciativa y los letreros de hierro forjado que cuelgan en las puertas o que están puestos en la pared llaman mi atención, no solo por su elegancia, belleza y cómo combinan con esa maravillosa ciudad, si no por sus nombres, y es en ese momento que la inspiración llega y me invita a escribir sobre este tema.
En nuestro país solemos decir esta frase ¿Cómo se va a llamar el niño? Cuando alguien nos comenta que va a iniciar un emprendimiento. A mi forma de pensar es una metáfora bien utilizada, ya que los emprendedores no me dejarán mentir, el iniciar o llevar a cabo este sueño es similar a tener un ¡hijo de verdad!
El poner nombre a un emprendimiento es un punto muy importante ya que este debería de darnos una idea de que trata y que vamos a encontrar al pasar la puerta. Y es aquí dónde la creatividad Chapina logra darnos una gran demostración sobre la chispa que hay en Guatemala.
Así que después de desayunar y tomar unas cuantas tazas de nuestro café extraordinario y en compañía de mí familia, comenzamos a caminar por las empedradas y coloridas calles de Antigua y de Panajachel viendo y disfrutando los diferentes nombres que los negocios tenían y entrábamos para ver si en realidad existía una relación.
Pero hablemos un poco sobre este “tour” de nombres y negocios. Encontramos mucha creatividad, mucha chispa, dentro de mis top10 que todavía recuerdo está una carreta de shucos la cual se llamaba “McShukos”, otra tienda de artesanías llamada “Abracadabra”, una carreta de bebidas con el nombre de “Coco Bolo” una tienda “De Tocho Morocho” o un puesto de micheladas llamada “La Clínica” o una dulcería llamada “El Sombrerón”
Los invito a que cada vez que salgan le pongan ojo a los nombres a todo tipo de emprendimiento para que los lleve en un viaje de palabras que cuentan una historia cada vez que pasamos la puerta y si usted está por iniciar un negocio busque ese nombre que logre contar la historia detrás de ese sueño que está por hacer realidad.