Son las 9 de la mañana de un 24 de diciembre en Guatemala. Es momento de terminar de arreglarse y salir a la calle a visitar a la familia y amigos, para luego regresar a casa y finalizar los preparativos para la cena de Navidad.
El frío de esta época nos invita a abrigarnos bien. Al llegar al primer destino, que puede ser la casa de los abuelos, padres, tíos, primos o esos amigos que son como hermanos, nos reciben con el cálido aroma de manzana, canela, piña y clavo de olor de un ponche, que nos hace sentir nuevamente como niños. Nos trae recuerdos de años pasados y esa sensación de estar en casa.
Cada familia tiene su propia receta de ponche, su preparación y hasta la forma de servirlo, lo que hace que cada uno sea especial y único. Pensando en esto, me pregunté: ¿es posible crear una estrategia de comunicación inspirada en un ponche navideño?
La respuesta es… ¡sí! Analicemos esta idea.
El agua, la canela y el clavo de olor forman la base de todo ponche, una base sólida que podemos comparar con la pasión, creatividad e innovación que aportamos a nuestras estrategias. Esta pasión es lo que nuestro público objetivo (GO) percibirá, haciéndolo sentir bienvenido, cómodo y parte de la marca.
Las frutas representan los diferentes medios que utilizaremos para llevar nuestro mensaje. Al igual que en un ponche, podemos agregar o quitar ingredientes según los gustos de nuestros comensales. De igual manera, debemos conocer bien a nuestro GO para asegurarnos de que todo sea de su agrado. Algunas recetas incluyen frutas cortadas en trozos, mientras que otras prefieren rodajas. Lo importante es entender cómo y por qué seleccionamos los medios en nuestra estrategia.
El azúcar es un ingrediente esencial que no podemos dejar de incluir en un ponche, pero al conocer a nuestros consumidores, podremos decidir si es necesario hacer dos versiones del ponche: una endulzada y otra para quienes no pueden consumir alimentos demasiado dulces. Así, el azúcar podría compararse con la segmentación de nuestro GO en dos grupos: uno tradicional, que prefiere una comunicación de una forma, y otro que podría responder mejor a tendencias o una estrategia más personalizada.
Al terminar de preparar el ponche, lo servimos y es crucial observar la reacción de nuestros comensales. Escuchar sus opiniones nos ayudará a saber si les gustó, para que en la próxima ocasión podamos mejorar la receta o simplemente repetirla. En resumen, esto implica medir y ajustar nuestra estrategia.
Los invito a reflexionar sobre sus estrategias para este 2025, a prepararlas con pasión y creatividad, para que sus consumidores se sientan bienvenidos y levanten “esa taza llena de sueños, los que quiera su corazón…”.
¿Y el piquete? Esa es una estrategia para otra ocasión…
Redacción: Hassan Monteleone, socio de la Comisión de Economía Naranja de AGEXPORT.