viernes, abril 19, 2024
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¿Y qué hacemos con las mujeres?

La Gerente del Sector de Contact Center y BPO AGEXPORT, Ninoshka Linde, presenta su columna de opinión publicada en el medio digital Perspectiva.

Creo que esta pregunta generará infinidad de respuestas automáticas en nuestra mente, desde los versos de las canciones de Arjona, hasta los poemas de Benedetti, en los que se simboliza a la mujer como sensibilidad, belleza y fragilidad.


Concepto que he logrado comprobar permea en la mayoría de los ámbitos, a través de la investigación previa a iniciar a escribir estas líneas.


La red está llena de un sin número de artículos, estudios y programas que victimizan el rol de la mujer desde todas las perspectivas, canonizándola a través del sufrimiento y olvidando el rol fundamental que la fuerza femenina ha ejercido en momentos de gran trascendencia de la humanidad, como la post guerra y la revolución industrial. Así como el papel que hemos desempeñado en la disminución de la pobreza en Latinoamérica a través del aumento de nuestra participación en el ámbito laboral.

Está comprobado que a las mujeres que se les empodera económicamente trascienden los beneficios al ámbito del hogar, ya que ellas invierten la mayoría de sus ingresos en sus familias y comunidades, promoviendo de esta forma el crecimiento de la economía. El empoderamiento económico de la mujer tiene un efecto multiplicador.

Si se cerrara la brecha de género y las mujeres pudieran participar equitativamente en la economía, se añadirían 28 billones de dólares al PIB mundial en 2025, lo que equivale a la suma de las economías de Estados Unidos y China. Lo dice un reciente estudio del Mckinsey Global Institute (MGI).

Creo que ha llegado el tiempo en que, a las féminas, que hoy representan el 49.6% de la población mundial y el 51.1% de la guatemalteca, se les deje de evocar de esta forma “poética y romántica” y se les visualice como seres con derechos y sueños, con un rol clave en la sociedad y por, sobre todo, como un grupo de población que lo que necesita es igualdad de oportunidades que les permita afrontar los retos del siglo XXI y los nuevos cambios en la sociedad.

En reciente fecha se ha presentado el informe (Mundial) sobre Desarrollo Humano 2016, por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que evaluó el bienestar en 188 países durante 2016, y la desigualdad sigue poniendo en jaque el avance de la región.


No estoy sugiriendo que se les favorezca de ninguna manera, sino por el contrario, que se les equipare en oportunidades, algo que debe ejercerse desde las políticas públicas hasta en el hogar, iniciando con el rol que se les otorga desde la niñez.


Hay países desarrollados que ya han implementado en las escuelas unidades en las que se les orienta a las mujeres a las carreras científicas, a los números y se lucha con el estigma cultural y social de que ciertas actividades no fueron hechas para ellas. Lo cual considero estupendo, porque al cambiar la matriz de creencias se cambia la realidad.

Por otro lado, existen esfuerzos dignos de imitar y ojalá de implementar en Guatemala, que no están siendo realizados a nivel de Estado, sino que potenciados por la industria privada; como es el caso de LABORATORIA.

LABORATORIA es un centro de formación privado, presente en Lima, Arequipa, Chile y México que identifica mujeres jóvenes de bajos recursos con un potencial y les da la oportunidad de convertirse en desarrolladoras web. El resultado es una gran transformación para cada estudiante mejorando su futuro y el de sus familias, formando talento femenino de América Latina para el mundo tech.

Otro gran proyecto es Samasource, que está siendo implementado en muchos países de África, y es un proyecto sostenido por grandes corporaciones internacionales como un plan de responsabilidad social y empresarial. En este se equipa a las mujeres y jóvenes marginados con las habilidades, la confianza y el apoyo que necesitan para asegurar un trabajo digno de vida, con la filosofía que el trabajo es la manera más efectiva y completa de reducir la pobreza. “un salario digno transforma vidas”.

Estos son solo ejemplos de lo que podríamos implementar para nuestras mujeres, creo que algunos aún estamos conmocionados por los sucesos del último mes en los que evidenciamos que nuestras chicas no tienen muchas opciones.

Mi objetivo real al escribir estas líneas, más allá de generar consciencia y ponerles a pensar en soluciones, estaría en encontrar interesados que quieran tomar acción para implementar estos u otros proyectos. Estoy escribiendo para aquellos que más allá de quejarse quieran asumir un rol de cambio.  ¡Yo me apunto!

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