viernes, marzo 29, 2024
spot_img

El ruido de la descoordinación

El nivel de insatisfacción de muchos, el enojo de otros por un lado y, por el otro, un montón de gente con buenas intenciones formulando propuestas cuya ejecución no ocurre a la velocidad que se quisiera.

 En mi mente visualizo el país como cuando un terremoto destruyó una casa. Lo que quedo, fue un montón de ladrillos amontonados unos sobre otros. En el esfuerzo de una rápida reconstrucción, se trata de tapar los hoyos en las paredes tratando de poner cualquier ladrillo que se encuentre.

El problema es que los habitantes de la casa, no pueden dormir en la calle y quieren que esté lista al día siguiente, lo cual tampoco es factible. Sin embargo, los vecinos se juntan con muy distintas ideas y propuestas de reconstruirla, y cada uno conforme lo que cree, inicia el trabajo.

La urgencia es tan grande que no hay tiempo de coordinarse ni de planificar.

Empiezan el trabajo pero los ladrillos ya no casan igual. Se invierte mucho esfuerzo, los resultados son malos, no se avanza. Después de enojarse y criticar todos contra todos , se llega a la conclusión que hay que rediseñar desde sus cimientos la casa y volverla a construir, con una planificación conjunta y coordinación de todas las distintas especialidades que se requiere, cimientos, paredes, drenajes, instalaciones eléctricas hasta llegar al techo.

Sin duda el país pasó un terremoto de destrucción de las instituciones del Estado a lo largo de muchos años.

Las herramientas de la democracia como los partidos políticos casi desaparecidos. Sin educación, salud, seguridad, sin justicia.

Al igual que la casa a reconstruir en el terremoto, lo que llama la atención es la cantidad de propuestas, porque si las hay, para levantar el país, pero desafortunadamente descoordinadas.

Algunos de los encargados de las acciones de la reconstrucción son experimentados, pero otros no. Unos actúan en la dirección correcta y otros sin rumbo, quizás con la mejor buena intención.

En Guatemala, a lo anterior se suman varios elementos: el posicionamiento de la Cicig con la experiencia de dos periodos anteriores de prueba y error pero al final de buen aprendizaje; la crisis de recursos del estado producto de la corrupción; la entrada de un gobierno nuevo con poca experiencia política y para agregar, la experiencia de los grupos de la conflictividad que por largos años han tenido buen entrenamiento para continuar la polarización.

Todo ello ha creado un caldo de cultivo muy amenazador para la actividad económica, causando incertidumbre que es la peor enemiga de la inversión. Los resultados ya están a la vista en materia de desaceleración económica y salida de inversiones.

El congreso en su afán de apoyar la recaudación comete un error con las zonas francas, otros en su meta de mantener los precios estables, se le empieza a salir de las manos el tipo de cambio, las reformas a la ley de contrataciones paralizan al estado, los descubrimientos de nuevos casos de corrupción inmovilizan al Ministerio de Comunicaciones con casi cero de ejecución en mantenimiento de las carreteras y la construcción de nuevas.

El miedo paraliza a los servidores públicos para agilizar la prestación de servicios.

El mensaje para todos es la urgencia de una seria coordinación interinstitucional donde el plan de infraestructura este de la mano con la salud y la educación, pero también tiene que estar de la mano con la actividad turística, agrícola o de manufacturas.

Que si los caminos se va a dirigir hacia las escuelas, también se dirijan a los centros de producción y hacia los puertos y aeropuertos para explotar el turismo y el potencial económico de las regiones. Que se mejore la recaudación, pero que no se espante la inversión.

Que se mantenga lo logrado en bajos costos de la energía eléctrica, pero que se defienda lo que está legal. Que se respete la propiedad privada como lo manda la constitución. Todo eso y más, sin un esfuerzo serio de coordinación, solo producirá más descontento y no resultados.

spot_img

ARCHIVOS

Traducir »