jueves, marzo 28, 2024
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Como evitar pagar un quetzal por una tortilla

El Director de la Comisión de Turismo Sostenible  de AGEXPORT, Alfonso Muralles, presenta su columna de opinión publicada en el medio digital República.GT

Hay soluciones que no pueden esperar al desarrollo. Cuando hay hambre en una familia, ofrecer educación resulta ser una solución de muy largo plazo. Que las soluciones deben ser integrales, cierto. Pero para mientras se estructuran programas, se les encuentra financiamiento y ejecutores capaces de sacar adelante soluciones que incorporan la atención inmediata de los problemas de hambre y salud, con planes en el corto plazo de saneamiento, vivienda, educación y seguridad, hay que hacer algo con lo que tenemos. Con lo que podemos.

Hay decenas de miles de tortillerías en los centros urbanos del país, todas contratando 2, 3 o más mujeres, la mayoría menores de edad, migrantes internas, con salarios y horarios similares o peores a los del servicio doméstico, recibiendo calor constante y quemándose las manos por largas horas, condiciones tales que quien intervino la semana pasada algunos de estos negocios informales fue la PGN, como casos de trata por ser menores y no el Ministerio de Trabajo, porque hasta allí no llegan, oficialmente no son siquiera trabajadoras! soportando ese trato y condiciones porque no hay de otra. Porque la familia en el pueblo pasa hambre.

Y no hay de otra porque las posibles soluciones accesibles y prontas no son muchas. Porque cuando se intentó estimular a empresas de manufactura liviana que requieren de mano de obra fácilmente calificable, a crear en los municipios (4 para comenzar) fuentes de trabajo digno, con un salario 15% por debajo del mínimo pero 150% arriba de lo que pagan las tortillerías, pagando prestaciones que, entre otras incluyen seguridad social, hubo una oposición tal que hasta se invirtieron esfuerzos y recursos para obstaculizarla y frenarla a nivel de Corte de Constitucionalidad.

Cuando se desarrolló la industria de la confección de ropa para exportación en los 1980’s, fundamentalmente en el municipio de la Capital y otros municipios circunvecinos, obligados y supervisados en el cumplimiento de las leyes fiscales y laborales (si algunos incurrieron en evasiones y cohechos es un problema de estructuras corruptas, no la industria per sé), hoy generando arriba de 80,000 empleos pero habiendo llegado a 200,000, uno de los efectos colaterales fue la obligación de subirle el sueldo a las empleadas domésticas, para que éstas no se fueran a trabajar a las fábricas de ropa.

En la última década se ha desarrollado la industria de los “call centers”. Ya están generando arriba de 30,000 empleos y creciendo. Uno de los efectos colaterales ha sido la obligación de subirle el sueldo a los profesores de inglés de los colegios de barrio y de centros urbanos menores, para que no se vayan a trabajar respondiendo llamadas y ganando más que por ejercer la docencia.

¿Cuál sería el efecto colateral a la autorización de establecimiento de industria liviana en municipios fuera de los departamentos del área central de Guatemala y fuera de otros centros urbanos, estimulando la inversión en lugares que carecen de infraestructura, al pagar por lo menos Q, 2,000 mensuales más prestaciones? ¿Subiría entonces del sueldo de las tortilleras y, consecuentemente, el precio de las tortillas que consumimos los guatemaltecos urbanos? ¿A quetzal cada tortilla?

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